El arzobispo de Salzburgo, Siegmund Conde de Schrattenbach, lo admitió en la capilla de corte a los 13 años.
Sin embargo, el viajado joven sentía que la ciudad se le quedaba pequeña y soñaba con ser contratado por una gran corte. Pero los esfuerzos que a ello dedicó durante años no dieron los frutos esperados. A partir de 1772 reinó como nuevo arzobispo de Salzburgo Hyeronymus Colloredo.
Entre Mozart y él se producían tensiones cada vez más a menudo. Durante su estancia en Viena los descuerdos aumentaron de intensidad. Mozart abandonó su puesto en la Capilla de Corte de Salzburgo (1781) tras recibir un puntapié por parte de uno de los sirvientes del arzobispo.
A pesar de las dificultades económicas que tuvo que afrontar durante cierto tiempo era feliz, ya que estaba enamorado.
Un año más tarde se casó con Konstanze Weber, la hermana de su primer amor apasionado Aloysia, con la que había arquitectado planes de boda cuando tenía 22 años, es decir, cuatro años atrás.
Poco después de la boda se estrenó la ópera “El Rapto del Serrallo”.
A finales de 1784 Wolfgang Mozart entra en la logia masónica “Beneficencia” (“Zur Wohltätigkeit” en alemán).
Los planes de boda encontraron el rechazo de ambas familias. A pesar de ello hacían buena pareja y los nueve años de matrimonio fueron muy armoniosos. No obstante, su felicidad se vio empañada por la muerte de cuatro de los seis hijos y una seria enfermedad de Konstanze a partir de 1789.
Mozart consiguió convertirse en poco tiempo en uno de los músicos más apreciados y mejor pagados de Viena.
Uno de sus mecenas más importantes era el emperador José II, a quien le unía también la masonería.
La sugerencia de Mozart de escribir una ópera que tuviera como tema los privilegios de la nobleza y la arbitrariedad feudal muestran hasta qué punto conocía las intenciones del emperador, que planeaba recortar los derechos y el poder de la nobleza y centrar en su persona el poder del Estado…
A mediados de 1786 se estrenó “Las bodas de Fígaro”.
El público perteneciente a la nobleza entendió la advertencia y boicoteó futuras representaciones. Sin embargo, poco después la obra cosechó un éxito arrollador en Praga.
Mozart recibió allí también el encargo para su siguiente ópera, “Don Giovanni”. Se estrenó en 1787 en Praga con gran entusiasmo por parte del público.
Viena se escandalizó con la trama, considerada demasiado vulgar para el “Teatro Nacional de la Corte Imperial y Real”. Tampoco a causa de esto cambió su maravillosa música. De oportunismo no se puede acusar a Mozart en ningún momento de su vida.
La “inmoralidad” de su siguiente ópera “Cosí fan tutte” provocó de nuevo un escándalo. La guerra contra Turquía, iniciada en 1788, que había restringido la vida social vienesa y la seria y larga enfermedad de Konstanze provocaron momentáneamente una difícil situación económica.
A pesar de no tenía miedo de provocar la polarización del público a través de sus óperas, Mozart era una estrella de su tiempo y ganaba enormes sumas de dinero.
Llevaba un alto tren de vida, sin pensar a previsión o ahorro. Su generosidad ayudando a amigos necesitados le llevó a una crisis financiera.
El último año de vida de Mozart fue uno de los más prolíficos y llenos de éxitos: su retribución era de nuevo excelente y se había liberado de las presiones de sus obligaciones con el Palacio Imperial. Tras la muerte de su mecenas, José II, se dirigió al público burgués y compuso su mayor éxito: “La Flauta Mágica”.
El Teatro Imperial había deja de ser el escenario de sus obras y pasa a representarlas en el Freihaustheater (hoy Theater an der Wien), que entonces era un teatro de barrio.
La trama tipo fábula de la ópera está llena de símbolos y alusiones al ideario de la Ilustración y la masonería. Con ello Mozart demostraba una vez más su coraje cívico, puesto que la policía vigilaba la masonería desde hacía tiempo.
En el verano de 1791 le llegó un encargo anónimo para componer un réquiem, lo que más tarde se convirtió en objeto de múltiples especulaciones relacionadas con su muerte. El comitente era un tal Conde Walsegg-Stuppach, que pensaba presentar como suya esta obra.
No obstante, Mozart pudo sólo realizar un boceto de la obra.
Enfermó a finales de noviembre y murió el 5 de diciembre de 1791 a la 1 h. de la madrugada en su último alojamiento de la Rauhensteingasse.
El sepelio de Mozart en una fosa común no se debió ni a su supuesta pobreza y aún menos a la insensibilidad de Konstanze. Esta forma de entierro se remonta más bien a la figura del emperador José II y era algo común. Más tarde se erigió un monumento sobre su tumba en el cementerio de St. Marxer.